noviembre 12, 2024
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La salud mental en la niñez es un pilar esencial para el desarrollo integral y el bienestar emocional a largo plazo de cada niño y niña. Sin embargo, el rápido crecimiento y los cambios constantes durante esta etapa también pueden hacerlos vulnerables a factores emocionales y sociales que impactan su estabilidad emocional.
Un enfoque integral, que contemple el apoyo desde la familia, la escuela y hasta el sistema de salud, es clave para prevenir problemas de salud mental y fortalecer el bienestar psicológico de los más jóvenes.
La salud mental Infantil: un reto global
Muchos trastornos mentales comienzan en la infancia o la adolescencia y, si no se identifican y tratan a tiempo, pueden persistir hasta la adultez. Se estima que un 13.4% de niños y adolescentes en el mundo padecen trastornos mentales. Esto subraya la importancia de contar con profesionales capacitados para ofrecer diagnósticos tempranos, tratamientos oportunos y asesoramiento adecuado.
Obstáculos en el acceso a los servicios de salud mental
A pesar de los avances, el acceso a los Servicios de Salud Mental (SSM) sigue siendo limitado en muchos países, especialmente en regiones en desarrollo como México.
Algunos de los principales obstáculos incluyen la escasez de servicios, largas listas de espera, referencias tardías y altos costos (Anderson et al., 2017). Estas barreras impiden que muchos niños y adolescentes reciban la ayuda que necesitan.
El rol de padres y educadores en la salud mental infantil
El papel de padres y madres es fundamental no solo en la promoción de la salud mental, sino también en la detección temprana de posibles trastornos. Sin embargo, estudios en poblaciones latinas han mostrado que muchos padres enfrentan dificultades para identificar síntomas de problemas mentales.
Es esencial reforzar su conocimiento sobre los signos más comunes, así como promover la alfabetización en salud mental, que facilita la búsqueda de ayuda profesional (Dixon De Silva et al., 2019).
Por otro lado, el personal docente juega un rol clave al tener contacto diario con los niños y ser, en muchos casos, los primeros en identificar que algo no va bien.
En algunos países, los docentes incluso participan en actividades de detección temprana de enfermedades mentales, como el autismo (Carlier et al., 2019).
La salud mental infantil: un esfuerzo compartido
La prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de trastornos mentales en la infancia requiere el compromiso de la sociedad en su conjunto. La colaboración entre padres, docentes y profesionales de la salud es esencial para crear un entorno de apoyo y cuidado que promueva el bienestar de la niñez.
¿Cómo se puede prevenir un trastorno mental?
Prevenir un trastorno mental en la infancia implica una serie de prácticas y enfoques integrales que ayudan a crear un entorno de apoyo, bienestar y desarrollo emocional positivo. Algunas de ellas son:
- Fomentar un ambiente seguro y de apoyo en casa: Tener un hogar estable y lleno de afecto, padres que brindan amor y atención ayuda a reducir el riesgo de trastornos mentales.
- Desarrollar habilidades de regulación emocional: Enseñarle a los pequeños actividades con las cuales puedan gestionar o canalizar sus emocionaes son esenciales. El juego, la lectura, el arte o los deportes, son ejemplo de ello.
- Promover hábitos saludables: El sueño adecuado, la actividad física y una dieta balanceada son elementos básicos que impactan la salud mental.
- Facilitar la interacción social positiva: Las habilidades sociales se desarrollan desde la infancia, y los niños que aprenden a relacionarse de forma saludable suelen tener menos problemas emocionales.
Cada una de estas estrategias puede marcar una gran diferencia. Desde el hogar, la escuela y los servicios de salud se pueden construir entornos que apoyen el desarrollo mental saludable de los niños y disminuyan el riesgo de que padezcan trastornos en la edad adulta.
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